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Crónica desde el Festival de Cine de San Sebastián 2021

La segunda edición del Festival de Cine de San Sebastián (69º de su historia) en tiempos de COVID ha supuesto la confirmación de la capacidad de su equipo gestor para llevar adelante con profesionalidad y capacidad de adaptación organizativa la mayor cita cinematográfica en nuestro país. La variedad y calidad de las propuestas presentadas tanto a concurso como en las principales secciones paralelas quedó algo empañada por un Palmarés incomprendido (más que incomprensible) por una abrumadora mayoría de los medios y público que, por otro lado, asistió a una de las mejores selecciones de los últimos años. Un año más, desde Bandeja de Plata os ofrecemos esta crónica que, sin ser exactamente cronológica, revisa algunas de las obras presentadas con vocación de transversalidad y que, aunque articulada en la espina dorsal que es la sección oficial competitiva, se abre a miradas oblicuas hacia otras propuestas que habitaron las secciones “paralelas” –de trayectoria asentada– y en las que se descubren propuestas de interés y calidad, más allá de la “garantía” que supone “Perlak”.

El certamen se abrió con el saber hacer de Zhang Yimou y su ultima obra Yi Miao Zhong / One second (2021, Sección Oficial) una intima aproximación al valor de la imagen situada en tiempos de la revolución cultural china que evoluciona como un conmovedor relato sobre las necesidades personales y la supervivencia colectiva en una época en que el cine todavía suponía una experiencia comunal y festiva. Yimou evoca, con cierto humor y nostalgia el poder del cine como transmisor de emociones y también, por qué no, de propaganda. La siguiente propuesta de la Sección Oficial vino de la mano de Lucile Hadzihalilovic que ya participó en el certamen con su anterior obra Evolution (2015). Earwig (2021) es una obra a ratos fascinante e irritante por momentos. Esta críptica e inclasificable película se sumerge en el territorio del fantástico con imágenes brumosas y sobreexpuestas en las que habita una cierta subversión de la belleza. Estéticamente personal y cuidada, la película se pierde en el libre territorio narrativo por el que transita, mas cercano al subconsciente que a la fábula y su “rareza” impregna un desenlace que deja huérfano al espectador que, sin asideros, zozobra de perplejidad. La primera participación española en la sección competitiva llegó con Maixabel (Iciar Bollain, 2021, Sección Oficial) el esperado retrato de la viuda de Juan María Jáuregui –asesinado por ETA– y posteriormente directora de la Oficina de Atención a las Víctimas del Terrorismo del Gobierno Vasco. El film, que arranca con el atentado, discurre por la gestión del dolor y la búsqueda de sentido hasta que la protagonista acepta formar parte de las entrevistas entre victimas y victimarios propiciadas por la llamada Vía Nanclares. Bollaín hace una película funcional en lo visual pero cargada de contención y elegancia hasta su tramo final dónde los sentimientos se desbordan. Gran parte de su fuerza reside en la confianza de su directora en la secuencia culmen del encuentro entre Maixabel y el asesino de su marido, pero sobre todo en la calidad de (todos) sus interpretes con Blanca Portillo y Luis Tosar a la cabeza. Una película luminosa por la esperanza y clarificadora sobre uno de los periodos más oscuros de nuestra historia. Mas confuso resulta el principal galardón de Cannes este año a un film como Titane (Julia Ducournau, 2021, Perlak) y no es porque en el film no habite el riesgo y una clara voluntad de reformular algunos códigos. Llena de interesantes sugerencias sobre la identidad, el género o el universo de Cronenberg sobre lo orgánico y las máquinas, Ducournau pierde de vista una idea nuclear que articule todo el relato y el resultado es muy inferior a la suma de sus partes y los numerosos giros estilísticos y conceptuales de la obra la llevan a un territorio confuso de oscuro erotismo y terror corporal

El veterano Terence Davies trajo con Benediction (2021, Sección Oficial) una de las mejores obras del festival al llevar a la pantalla la vida del poeta Siegfried Sassoon. Entrelazando hábilmente la voz y el verso de Sassoon con escenas de su vida, la película es particularmente efectiva en el uso de imágenes de archivo de la Primera Guerra Mundial yuxtapuestas con la escritura de Sassoon. Una obra elegante apoyada en uno de los mejores guiones de la filmografía de Davis repleto de incisivos diálogos y un interesante arco dramático para el personaje principal, su proceso creativo y toma de conciencia. Con Camila saldrá esta noche (2021, Sección Oficial) Inés Barrionuevo ofrece un retrato feminista en el entorno juvenil de Argentina en tiempos de la Marea Verde y, aunque con cierto esquematismo, transmite su mensaje con energía y estilo. El elenco de actores adolescentes dota de autenticidad a este film sobre el despertar sexual, el compromiso, y la libertad en colisión con las estructuras dominantes. Otra directora de marcada trayectoria feminista como es Céline Sciamma estuvo presente en Perlak con su delicada Petite Maman (2021), una delicada historia sobre el crecimiento. El film retuerce el tiempo y las premisas del cuento de hadas para hacer coincidir a su pequeña protagonista con la versión infantil de su madre. El ejercicio, lleno de una simplicidad desarmante, deviene en un conmovedor homenaje a la infancia y la figura materna con una concisión exenta de efectos especiales y mucha secuencia clave. Sciamma conduce hábilmente la capacidad de los niños para absorber su entorno y la sabiduría del mundo que poseen, a veces viendo las cosas mucho más claras y directas que la mayoría de los adultos. El desasosiego vino con Les intranquilles / The Restless (Joaquim Lafosse, 2021, Perlak) disección en varios actos de la descomposición de una familia por el trastorno bipolar del padre. Combinando varios puntos de vista con gran empatía, Lafosse hace un retrato de las enfermedades mentales muy alejado del didactismo o la mirada buenista y positiva de otras propuestas. El nerviosismo, la tensión y la inquietud van contaminando una convivencia retratada sin innecesarios énfasis dramáticos y mucho costumbrismo cotidiano y el realizador consigue que comprendamos la enfermedad y sus consecuencias desde todos los puntos de vista implicados.

Arthur Rambo (Laurent Cantet, 2021, Sección Oficial) es el regreso de otro viejo conocido del festival que ya trajo aquí su interesante Recursos humanos en el cambio de siglo. Con un guion hábil y perfectamente medido en sus tiempos, el film plantea la dualidad que habita en todos nosotros y en las redes sociales en los tiempos de la cancelación. Su propio título (un juego de palabras entre el poeta francés Arthur Rimbaud y el icono de la cultura popular encarnado pos Stallone) habla claro de la esquizofrenia instalada en el mundo digital, un campo minado para las ideologías. Crai Nou / Blue Moon (Aliona Grigore, 2021, Sección Oficial) es la versión femenina del “Nuevo cine rumano” que han liderado autores como Cristi Piu, Corneliu Porumboiu o Cristian Mungiu. Con las reconocibles trazas estilísticas del movimiento –interminables planos que permiten evolucionar a los protagonistas, interpretaciones naturalistas, administración de las emociones desde la frialdad a la implosión…) la película no aporta cinematográficamente nada nuevo –salvo el citado punto de vista femenino– a otras obras precedentes de su filmografía, lo que no evitó que se alzara con el máximo galardón. Con Benedetta (Paul Verhoeven, 2021, Perlak) llegó la controversia y la diversión. La mirada del director holandés sobre esta monja del siglo XVII no tiene la capacidad transgresora de otras obras precedentes pero Verhoeven demuestra que un octogenario puede seguir siendo irreverente y provocador a través del “kitsch”. Algunas de sus decisiones de puesta en escena de este relato sobre el ascetismo erótico basculan entre la ironía y el disparate para regocijo sus incondicionales. Cenzorka / 107 Mothers (Pèter Kerekes, 2021, Zabaltegi Tabakalera) mezcla el relato ficcionado con entrevistas reales de las reclusas embarazadas en una prisión ucraniana. Compuesta por viñetas más que por una progresión dramática clara, el film se centra en los testimonios de estas mujeres que desgranan con total sinceridad sus delitos y recuerdos ante una cámara siempre atenta a pesar de ciertas reiteraciones.

Petrov’s Flu (Kirill Serebrennikov, 2021, Zabaltegi Tabakalera) plantea una desquiciante distopía que no oculta su voluntad de reflejar la Rusia actual. Sus enloquecidas imágenes deambulan por una noche fronteriza entre la realidad y las pesadillas con poderosas secuencias llenas de extravagancia y desconcierto. Una de las apuestas más arriesgadas de cine alucinado que no renuncia a los subtextos ni a la sugerencia; aunque todo su (largo) metraje no se mantenga a la misma altura. Distancia de rescate (Claudia Llosa, 2021, Sección Oficial) es la nueva película de la realizadora de La teta asustada (2009) y quizás uno de los eslabones más débiles de la sección competitiva. Ensimismada en una estética “mainstream”, la propuesta de Llosa de conjugar cierto cine de terror (o fantástico si prefieren) con grandes temas como el miedo inherente a la maternidad no acaba de cuajar por derivas de un guion que pretende aunar demasiados tonos y discursos. Y el film discurre ensimismado, sonámbulo, en su propia estética. También dirigida por una mujer está Noche de fuego (Tatiana Huezo, 2021, Horizontes Latinos) una estimulante propuesta de cine latinoamericano y una poderosa historia sobre la violencia contra las mujeres y niñas por parte de los cárteles de la droga en los territorios remotos de las montañas en Mexico. Su capacidad de íntima observación sobre ese microcosmos, su natural conexión con el tono documental y la gestión del suspense destacan en este film lleno de dolor y verdad. También de Latinoamerica llegó la radical propuesta de Kiro Russo
El gran movimiento (2021, Zabaltegi Tabakalera) para retratar la capital de Bolivia y sus moradores. Cine exigente que apela a la experiencia audiovisual libre de ataduras narratológicas. Sus imágenes, documentales y oníricas a la vez, fantasmagóricas incluso, deambulan por la pantalla como los habitantes de la urbe para crear un universo con ritmo propio tan personal como a ratos inaccesible.

La película de la unanimidad fue Drive My Car (Ryusuke Hamaguchi, 2021, Perlak). Es imposible encontrar a alguien que no quedara fascinado por la adaptación que el realizador de Wheel of Fortune and Fantasy (2021) ha hecho de un relato corto de Haruki Murakami. Película grande en todos los sentidos (incluido su metraje) sobran los epítetos para calificar la que probablemente sea la mejor película del año hasta la fecha, una inmersión en la vida y sus formas de representación animada por el aliento poético de las mejores obras de arte. El buen patrón (Fernando León de Aranoa, 2021, Sección Oficial) es la segunda representación española a competición y una comedia lejos de los registros a los que nos tiene acostumbrados su realizador. Un guion perfectamente construido para sus fines, un hábil manejo del tono y un Javier Bardem en estado de gracia (también humorística) son los pilares sobre los que Aranoa edifica esta sátira sobre el moderno mundo laboral y sus paradojas. Tambien a concurso se presentó Ping Yuan Shang De Huo Yan / Fire on the Plain (Zhang Ji, 2021, Sección Oficial), cruce entre “thriller” policiaco, melodrama sentimental y lienzo social y político en las postrimerías del régimen comunista en China. En esta producción independiente, la atmósfera crepuscular de las zonas industriales y la desesperanza tiñen la historia romántica en un film que por otra parte “lava” sus colores para transmitir la frialdad del espacio y tiempo en los que ubica su relato-crónica. Mucho más decididamente por el “noir” apuesta Re Dai Wang Shi / Are You Lonesome Tonight? (Wen Shipei, 2021, Perlak) otra producción del gigante asiático. Propone un viaje a través de la pesadilla del protagonista que ha dejado atrás sin asistir al hombre que ha atropellado. De estructura en espiral, el film vuelve en varios momentos a la secuencia clave para desenredar una trama desorientada y que dosifica menesterosamente la información. Su ritmo, metódico y ralentizado, se pone al servicio de este introspectivo ajuste de cuentas psicológico.

Enquête sur un scandale d’Etat / Undercover (Thierry de Peretti, 2021, Sección Oficial) se adentra en la investigación y posterior proceso al exjefe de la Oficina Antinarcóticos de Francia por su implicación y complicidad en el tráfico de drogas a gran escala utilizando recursos del Estado. “Thriller” político y procesal, pero ante todo film de investigación periodística, ni la puesta en escena ni la estructura renuevan otros tropos precedentes, pero la solvencia y la valentía de ciertos planteamientos (impensables en nuestra cinematografía) ponen en valor una propuesta que a priori podría parecer más rutinaria. Sin duda, Quién lo impide (Jonás Trueba, 2021, Sección Oficial) es una de las propuesta más frescas, innovadoras y cinematográficamente estimulantes vistas estos últimos años en el festival. El cine como milagro se abre paso en la delicada y honesta mirada de Jonás Trueba a un grupo de jóvenes a los que ha acompañado con su cámara los últimos cinco años. Y el resultado es un retrato singular y carismático, para el recuerdo, de una generación y un tiempo. Tras la vibrante The Florida Project (2017) el realizador independiente americano Sean Baker vuelve con Red Rocket (2021, Perlak), la crónica de un actor porno en decadencia. El retrato de personajes perdedores (tan habitual en el cine de Baker) y las periferias, se materializa aquí en uno de los personajes más egoístas y liantes de su filmografía, y sin embargo, el humor y la tierna mirada del realizador sobre su protagonista (incluida la composición del actor de cine para adultos Simon Rex) hacen de este buscavidas un simpático antihéroe hacia el que resulta imposible no mirar con empatía. Vuelve Paco Plaza al terror en espacios cotidianos como el hogar en La abuela (2021, Sección Oficial), esta vez con guion de Carlos Vermut galardonado con la Concha de Oro en el festival por Magical Girl (2014). El realizador sigue demostrando su buen pulso de cineasta para componer secuencias en pequeños espacios y situar eficazmente la cámara para generar tensión en un relato en el que habitan dos películas. Una presidida por el miedo común a envejecer y a la dependencia como terrores en el horizonte vital y un film canónico de terror donde lo sobrenatural irrumpe como tropo (in)necesario.

En The French Dispatch (2021 Perlak) Wes Anderson lleva su reconocible estilo al límite con una película formalmente apabullante, un ejercicio estilístico a la manera de episodios que reflejan los artículos de la publicación que da título a la obra. Se trata de una obra barroca y sobrecargada, con un guion complejo y lleno de caprichos que, sin embargo, constata que Anderson es único para crear mundos fantásticos. También Jane Campion ha conseguido crear un mundo personal al subvertir las reglas de un universo tan codificado como el “western” en The Power of the Dog (2021, Perlak). Su aproximación es tensa y áspera acorde con los inabarcables paisajes que retrata, pero no más desoladora que los efectos que dejan en el alma humana la homofobia y la masculinidad tóxica del personaje complejamente interpretado por Benedict Cumberbatch; lleno de aristas más duras que la roca y tan resbaladizo como el más peligroso de los barros. Sin duda, lo mejor que ha realizado la directora australiana desde El piano (The Piano, 1993). Otra realizadora interesante debuta con Un monde / Playground (Laura Wandel, 2021, Zabaltegi Tabakalera) que plantea a través de numerosas elipsis el infierno cotidiano del “bullying” en el colegio. Con una profunda sensibilidad, sin maniqueísmos ni soluciones fáciles, la cámara rueda en largos planos como una pequeña (sencillamente desarmante el trabajo de la niña Maya Vanderbeque) asiste al duro y prolongado acoso al que es sometido su hermano y que le plantea una difícil elección entre el amor filial y la necesidad de integrarse en el mundo escolar. Una inmersión dolorosa, a través de la mirada infantil, en un universo muy distante del paraíso perdido con el que se representa la infancia. Con The Velvet Underground (2021, Perlak) Todd Haynes vuelve la mirada a uno de los momentos de mayor ebullición creativa de la historia de la cultura pop. Su aproximación a la escena underground neoyorkina de finales de los 60 es caleidoscópica, vibrante y tan llena de energía como aquel mítico momento en que Lou Reed, John Cale y Warhol unieron su talento. El documental, canónico a veces, experimental casi siempre capta y transmite todo el potencial de una banda que ya es historia.

The Eyes of Tammy Faye (Michael Showalter, 2021, Sección Oficial) no parece contener mayores virtudes para estar en la sección principal salvo el trabajo de la siempre solvente Jessica Chastain interpretando a una famosa predicadora de los años 70/80 en Estados Unidos. Al filo de la caricatura, su ascensión y caída traza un itinerario paralelo con la cultura mediática en el país norteamericano. Con Las leyes de la frontera (Daniel Monzón, 2021, Sección Oficial) el realizador de El niño (2014) pretende reformular el “cine quinqui”, género genuinamente español y que tantos ejemplos dejó durante la Transición como reflejo de una sociedad en profunda transformación. Sin embargo, en la adaptación que Monzón hace de la novela de Javier Cercas todo se percibe impostado, diseñado por la producción y al servicio de una narrativa asequible que no profundiza en la crónica sentimental ni social, ni siquiera en algunas interesantes ideas –como el concepto de justicia– que habitan en el interior de un film sin alma. Con todo, la frescura de algunos de sus interpretes, insuflan vida a este relato sobre esperanzas rotas. Con The Souvenir: Part II (2021, Zabaltegi Tabakalera) Joanna Hogg se consolida como una de las cineastas más personales y brillantes de su generación. Su nueva inmersión en su memoria y experiencias resulta más interesante, más elaborada que su ilustre predecesora. El mundo onírico y caótico de los recuerdos se ve reforzado aquí por interesantes reflexiones sobre el cine y sus formas de representación. Tout s’est bien passé (François Ozon, 2021, Perlak) es un alegato sobre la libertad de elegir en las decisiones sobre el final de la vida. Su relato sobre una urgente realidad de nuestras sociedades deviene en una película correcta en su planteamiento y eficazmente realizada, pero muy alejada de otras propuestas a las que nos tiene acostumbrados el director francés. La película sorpresa este año fue Spencer (2021) con la que Pablo Larrain nos da su particular versión, muy alejada de cualquier “biopic”, sobre un icono de la cultura popular: Lady Diana Spencer. Su aproximación a la trágica figura de “La princesa del pueblo” está encarnada por una Kristen Stewart que aporta su fragilidad y experiencia personal de sobrexposición a los medios para componer una figura que bascula sentimentalmente –como la banda sonora del film– en busca de un equilibrio difícil de alcanzar.

José Félix Collazos


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