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Las mejores películas de 2020

El 2020 ha sido un año extraño para el mundo en general y para mi en particular. En él, han concurrido al mismo tiempo la tristeza y la felicidad, el miedo y la ilusión, la duda y la certeza. En la primera mitad del año, nos vimos sorprendidos por una pandemia que todavía a día de hoy tiene al mundo en jaque. El cine, al igual que cada uno de nosotros, se vio afectado por una circunstancia completamente novedosa en sus ciento veinticinco años de historia. Los festivales se trasladaron lentamente al ámbito online y los estrenos aguardaban en soledad la visita de los espectadores más intrépidos. Durante todos esos meses, todos los críticos intentamos que la rueda del cine no se detuviera, a pesar de este nuevo e indeseado contexto.

Durante la segunda mitad del año, la llamada «nueva (a)normalidad» irrumpió en nuestras vidas intentando convencernos de que todo volvía a ser como antes. Las distribuidoras empezaban a apostar tímidamente por sus estrenos criogenizados y los pases de prensa se reanudaban con la respuesta temerosa de los críticos. A partir de finales de agosto, mi asistencia a las salas y a los pases entró en un paréntesis que todavía perdura debido al nacimiento de Mauro. Eso explica algunas ausencias que percibiréis en esta lista, a pesar de mis esfuerzos por cubrir el máximo de estrenos posibles a través de medios alternativos.

En el tintero quedan películas que, sospecho, hubieran tenido la posibilidad de entrar en este listado, tales como Vast of night, The woman who run, The painter and the thief, She dies tomorrow, Saint Maud, Thunder Road, Host, Sobre lo infinito, Bacurau, o Vitalina Varela por citar algunas. Sin embargo, tengo la sensación de que el resultado será de gran ayuda a quien no se dedique a esta profesión.

En el top 10 llama la atención la presencia de dos producciones de Netflix (Diamantes en bruto y Estoy pensando en dejarlo) y de dos películas que no se estrenarán en nuestro país (First cow y Voices in the wind) y que hemos podido ver gracias a sendos festivales online. En cuanto a las nacionalidades, destaca la presencia de cuatro producciones americanas, una italiana, una japonesa, una mongola, una británica, una polaca y una española.

1) Diamantes en bruto (Uncut gems, Hermanos Safdie)

Los hermanos Safdie llevan su histeria fílmica al extremo para rodar una película repleta de nervio e intensidad bajo unas señas de identidad completamente identificables. Diamantes en bruto se siente y se suda como una experiencia en primera persona de un perdedor que se boicotea a si mismo para sentirse vivo en cada minuto de su existencia. Grano de los años 70, zooms y primeros planos adaptados a la modernidad y la explotación del tercer mundo por un primer mundo que destruye sin saber porqué.

2) First cow (Kelly Reichardt)

Como ya hiciera en su mítica Meek’s Cutoff, Kelly Reichardt rompe nuevamente las claves del western para realizar una película que pasaría desapercibida en un detector del género. La estadounidense habla sobre amistad entre hombres sin temer unos picos de sensibilidad que otros jamás hubieran imaginado en el contexto del salvaje oeste americano. Humanismo, suspense hiperrealista y una velada crítica a los orígenes de un país podrido en sus raíces.

3) Martin Eden (Pietro Marcello)

Uno de los ejemplos de cómo traducir una novela al lenguaje fílmico y hacer olvidar el material de origen. ¿Acaso lo que transmite Martin Eden podría hacerse mediante otro medio que no fuese el cinematográfico? En concreto, el de Pietro Marcello. En su segunda película de ficción, el director italiano da con la fórmula mágica que ya buscaba en su anterior trabajo y la magia rellena cada uno de los planos de un film original en su montaje y en su concepción, repleto de inocencia y descaro, que navega entre la ficción y la realidad.

4) Voices in the wind (Kaze no denwa, Nobuhiro Suwa)

Nobuhiro Suwa reclama los galones en la primera línea del cine actual con una película que recorre las miserias del Japón contemporáneo a través del viaje físico y emocional de una adolescente en busca del motivo de su angustia existencial. Como era de esperar, nunca hay una razón para la desgracia pero siempre existe la posibilidad -mucho más cercana de lo que se pueda pensar- de recobrar la paz mental.

5) El huevo del dinosaurio (Öndög, Wang Quan’an)

Sin lugar a dudas, Wang Quan’an firma la película más poética del año, de esas que parecen transcurrir en la más absoluta irrelevancia y, en el fondo, ofrecen un discurso brillante y reflexivo sobre cuestiones tan universales como la existencia del ser humano, la necesidad de ser madre y las relaciones de pareja.

6) Under the skin (Jonathan Glazer)

La tercera película de Jonathan Glazer bien merecía la espera de siete año desde su estreno oficial para poder ser vista en nuestras pantallas. Ciencia-ficción que, como suele ocurrir con los grandes hitos del género, reflexiona mejor que cualquier film realista sobre cuestiones tan cruciales como la naturaleza del ser humano y su tendencia a la autodestrucción.

7) Estoy pensando en dejarlo (I’m thinking of ending things, Charlie Kaufman)

En un nuevo ejercicio de interiorismo mental, Charlie Kaufman continúa escarbando en los mecanismos de la memoria para averiguar cómo construimos nuestra propia versión de la realidad para huir de la fría objetividad. Una película envolvente y tan excepcionalmente narrada que sería casi imposible de resumir para responder a un «¿De qué va?».

8) Como sobrevivir en un mundo material (Kajillionaire, Miranda July)

Accesible no quiere decir fácil o convencional, sino la aproximación, aún distante, de una cineasta con una voz propia a los convencionalismos de la narrativa preponderante en el cine actual. Miranda July sigue imponiendo una reglas atípicas para descifrar su lectura sobre la toxicidad de ciertas relaciones materno filiales y la necesidad de sentirse querido sin importar la supuesta normalidad.

9) Corpus Christi (Jan Komasa)

El hábito no hace al monje, tal y como puede comprobarse en esta potente película polaca que aboga por una concepción más terrenal y menos ajustada a burocracias y esquematismos trasnochados de la religión. Jan Komasa no teme las consecuencias de su rebeldía y lleva a su protagonista hasta el límite de cuestionar el ejercicio actual de los ministros católicos. Interesantes sus resonancias con la reciente El reverendo de Schrader.

10) El año del descubrimiento (Luis López Carrasco)

Sin lugar a dudas, la película española del año y un hito en el cine documental. Al verlo, uno no acaba de explicarse la manera en la que el director murciano logra orquestar este fresco social en el que convergen gran parte de las preocupaciones del ser humano, español o universal, mediante el recurso a un momento concreto en el espacio y en el tiempo que parece proyectar su eco en la actualidad mundial.

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Las siguientes películas siguen este orden de caída, aunque podrían ser puestos intercambiables por lo que no se establece una numeración específica:

Little Joe (Jessica Hausner)

Dragged across concrete (S. Craig Zahler)

Vida oculta (A hidden life, Terrence Malick)

Nunca, casi nunca, a veces, siempre (Never rarely sometimes always, Eliza Hitman)

Zombi child (Bertrand Bonello)

A son (Bik eneich, Mehdi M. Barsoui)

Soul (Pete Docter)

Jojo Rabbit (Taika Waititi)

My mexican Bretzel (Nuria Giménez Lorang)

Mi gran pequeña granja (My biggest little farm, John Chester)

Donde estás, Bernadette (Where’d you go, Bernadette?, Richard Linklater)

El rey del barrio (The king of Staten Island, Judd Apatow)

El lago del ganso salvaje (Nan Fang Che Zhan De Ju Hui, Diao Yinan)

A voluntary year (Das freiwilliger Jahr, Ulrich Köhler y Henner Winckler)

Mank (David Fincher)

Monos (Alejandro Landes)

Richard Jewell (Clint Eastwood)

Bait (Mark Jenkin)

Time (Garrett Bradley)

1917 (Sam Mendes)

Queen & Slim (Melina Matsoukas)

Habitación 212 (Chambre 212, Christophe Honore)

Divino amor (Gabriel Mascaro)

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