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Las pandemias en el cine: mis cinco películas favoritas de virus cinematográficos

Maldito Coronavirus. ¿O tal vez debiera decir Covid-19, un nombre a todas luces más cinematográfico? Todos los días protagonizando los noticiarios y mostrando la bipolaridad galopante e insultante de nuestros políticos y medios de comunicación: pidiendo tranquilidad al ciudadano y actuando como si mañana fuera a acabar el mundo.

Desgraciadamente, el noble pueblo español tampoco se libra de este crítica. Los más jóvenes se muestran indiferentes ante la epidemia, al no pertenecer a un grupo de riesgo, y se sorprenden por la reacción alarmista de otros, pero se llevan las manos a la cabeza cuando toman conciencia del peligro que corren sus abuelos, padres, tíos o personas allegadas de más de setenta años. Mientras tanto, los más viejos del lugar se pasean entre multitudes en tiempos de tos y asisten a supermercados en hora punta como si con ellos no fuera la cosa. Y los que se encuentran entre ambas franjas de edad, han entrado en un momento de sus vidas en que no pueden focalizarse en otros temas que no sean el Coronavirus, el teletrabajo y en cómo domar a sus hijos durante este periodo de colegios cerrados.

Apoyamos nuestros codos en las barras del metro y empujamos las puertas con el hombro. Aguantamos la respiración cuando alguien rebasa nuestro perímetro de seguridad. Y cuando ya creíamos que limpiarnos el culo sin papel higiénico era la gota que había colmado el vaso, ahora el Covid-19 nos priva de estrenos en las salas de cine hasta nuevo aviso. Al menos, la aparición de esta amenaza ha dejado al descubierto nuestra incapacidad para aprender de los errores cometidos por los personajes de las mejores películas de epidemias y nos brinda la oportunidad de volver a verlas o incluso descubrirlas por primera vez. Las plataformas online ya se frotan las manos.

Después de varias semanas recordando estos cinco largometrajes cada vez que enciendo la televisión o la radio, he decidido compartirlos con vosotros a modo de estudio del comportamiento humano en tiempos de epidemias o pandemias. Algunos son más fantasiosos que otros, pero todos contienen muchas de las reacciones que hoy podemos apreciar en la gente que camina por nuestras calles. Felices pesadillas:

Hijos de los hombres (Children of Men, 2007)

La ciencia ficción más angustiosa es aquella que presenta un futuro no muy lejano de la realidad que vivimos. En Hijos de los hombres, Alfonso Cuarón presenta un mundo sin nacimientos en los últimos dieciocho años. Se desconoce la razón de semejante esterilidad. En estas circunstancias, las autoridades han aprovechado para controlar el menor movimiento de la población y hacerse fuertes en esta agonía lenta de la raza humana. Todo cambia cuando un grupo de rebeldes dan con una mujer que está embarazada y contratan los servicios de Theo, un antiguo activista, para que la lleve a un lugar seguro donde dar a luz y reconstruir el futuro incierto de la humanidad.

Aparte de contener uno de los planos secuencia más sorprendentes de la historia del cine (la ya mítica escena del coche), propone una reflexión muy interesante sobre el destino de nuestra civilización, marcado por los intereses de unos poderes fácticos que desconocemos. Una película que invita al inconformismo y nos recuerda lo difícil que es, en ocasiones, distinguir a «los nuestros».

28 días después (28 Days Later , 2002)

La quinta película de Danny Boyle es el resultado de incluir en la misma ecuación una epidemia de origen químico y un grupo de zombis tan rápidos como enfurecidos. Estamos ante una película de acción que no reniega de las pausas dramáticas y que se toma su tiempo para construir una atmósfera de lo más inquietante. Cómo en las mejores películas del género, el ser humano acaba siendo mucho más aterrador que los zombis.

Merece la pena prestar especial atención a una ya legendaria secuencia inicial que, al más puro estilo Abre los ojos, muestra una gran ciudad en su versión más desértica y desolada.

Pánico en las calles (Panic in the Streets, 1950)

A pesar del marcado estilo teatral de sus primeras películas, con Pánico en las calles Elia Kazan abandonó el rodaje en estudio y se lanzó a las calles de Nueva Orleans para rodar este trepidante thriller que marcó época. Las autoridades sanitarias, el ejército y un gobierno responsable intentan controlar la expansión de un virus desconocido que está empezando a devorar la ciudad a partir de sus zonas más deprimidas.

Acción, suspense, cine social y un poco de policíaco para una película que, al mismo tiempo, hace gala de unas escenas familiares que envuelven el conjunto de una empatía y una credibilidad ausentes en el resto de cintas del mismo estilo.

El incidente (The Happening, 2008)

Última gran película de M. Night Shyamalan previa a su calamitosa etapa con los grandes estudios. Era la época en la que la imaginación del director de Philadelphia, Pennsylvania, no tenía límites y lo mismo creaba un cuento para niños y adultos (La joven del agua) que una crisis matrimonial con epidemia americana de fondo. Shyamalan rueda una amenaza invisible con la fuerza de un huracán y sumerge a sus personajes en una atmósfera insana y delirante en la que el enemigo es la propia naturaleza.

Cansada de su maltrato, las plantas se rebelan contra el ser humano y le atacan con unas armas para las que no existe una defensa conocida. En este marco tan poco idóneo para una terapia matrimonial, Zooey Deschanel y Mark Whalberg se ven obligados a limar asperezas y a reconstruir los cimientos de un amor más fuerte de lo que parecía.

A ciegas (Blindness, 2008)

De todas las películas mencionadas en este artículo, la de Fernando Meirelles es la que recuerdo con más congoja. Algunas de sus imágenes todavía perduran en mi memoria como una suerte de catálogo de los miedos más terroríficos que temer durante una epidemia salvaje. El director brasileño adapta a Saramago y traduce en imágenes la capacidad del ser humano de convertirse en el lobo más feroz para el hombre.

El visionado es angustioso y, entre otro tipo de consecuencias, me sigue provocando reacciones Paulovianas al contacto visual con estanterías vacías en los supermercados. Cada vez que veo el espacio donde deberían estar los paquetes de papel higiénico en el Ahorra Más, recuerdo el confinamiento de los infectados Julianne Moore y Mark Ruffalo en los barracones de un hospital y la evolución de la situación a medida que transcurre el tiempo y nadie propone una solución a una epidemia que ha cegado a toda la población.

Carlos Fernández Castro

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