Reflexiones de película: ¿Es Dios un fallo del sistema? (Lourdes, 2009)
En su séptima película, Jessica Hausner nos propone presenciar una suerte de concurso macabro carente de reglas, en el que compiten cada día sin garantía de recompensa miles de discapacitados y terminales con las miserias que son comunes a todo ser humano. Sólo que, en un entorno donde la pregunta retórica más formulada es ¿por qué yo, señor, por qué yo…?, y únicamente en contadísimas ocasiones es ¿por qué no yo, señor, por qué no a mí…?, las miserias se nos antojan aún más miserables si cabe. Después de “colarnos” inopinadamente en el que quizás sea el único lugar del planeta donde un ser humano aquejado de metástasis es capaz de envidiar a otro con esclerosis múltiple, es casi inevitable preguntarse: ¿realmente tiene sentido creer en un dios capaz de permitir esto…?
Sin embargo, los milagros que supuestamente se producen en Lourdes, no solamente son inexplicables desde el punto de vista de la ciencia, sino que teológicamente se convierten en una escurridiza arma de doble filo. Pues que los doctores de la iglesia pretendan esgrimirlos como prueba de la existencia de dios, es poco más o menos como que un terapeuta emocional se empeñase en convencer a una mujer maltratada de que sus moratones y edemas son la manifestación del amor de su marido.
Ante este tipo de “milagros” al menos cabría preguntarse: ¿qué clase de dios sería capaz de hacer eso…? Si os tienta que tratemos de responder juntos a esta pregunta, os invitamos a que os suméis a la que quizás sea la más difícil y controvertida de todas las reflexiones: aquella que se plantea si la palabra D.I.O.S. no será más que las siglas de Devaneos Infantiles Originados por el Sufrimiento.
Sigámosle, pues la pista a esta suerte de psicópata sobrenatural al que hemos decidido bautizar como DIOS, capaz de orquestar la superproducción más cara de la historia para sentarse luego a esperar durante miles de millones de años a que apareciésemos sobre la faz de la tierra para obligarnos a firmar una alianza sadomasoquista y someternos a infinidad de vejaciones. Porque sólo en la mente del más sádico demiurgo enraizaría la idea de introducir en el mundo las desigualdades, el dolor, la enfermedad y el trauma con la única intención de designar arbitrariamente individuos que sean prueba viviente y fehaciente de su existencia divina, precisamente porque el mismo dios al que presuponemos autor de las leyes naturales les ha escogido a ellos para infringirlas. ¿Es o no es esto a lo que denominamos milagro…?
Si queréis leer o escuchar el texto completo, tenéis dos opciones:
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