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Reflexiones de película: tan virtual como la vida misma (Vanishing Waves, 2012, II parte)

2. Tan virtual como la vida misma: segunda parte de la reflexión inspirada en la película Vanishing Waves, de Kristina Buozyte (2012).

En nuestra reflexión anterior, vimos que la percepción del mundo que nos rodea es completamente subjetiva. No sólo existen, en este mismo momento 7.000 millones de formas diferentes de concebir la realidad terrestre, sino que, en cuanto termines de leer este post, existirán otras tantas. Porque cada minuto nuestra interpretación de lo que nos rodea varía, pues esta depende de una cantidad ingente de estímulos y procesos químicos que se escapan por completo a nuestro entendimiento.

Nuestras percepciones, emociones y sentimientos no sólo son privadas; también son intransferibles. Yo te puedo describir a ti las mías. Tú a mí las tuyas. Pero ninguno de los dos podemos experimentar las del otro. Creemos hacemos una idea fidedigna de cómo percibe el mundo el otro, que empatizamos mutuamente. Y, sin embargo, podríamos estar a años luz sin sospecharlo. Tan sólo podemos inferir lo que siente en otro con base en lo que nosotros sentiríamos ante una situación análoga, y en función de la intensidad de la expresión de sus emociones. Pero no tenemos acceso directo a ellas. Por lo cual siempre cabe la sospecha de que el otro podría estar fingiendo, empleando lo que se conoce como “inteligencia maquiavélica”. Una ficción dentro de otra ficción…

Vanishing wavves

Todos tenemos vecinos, vamos al trabajo, compartimos nuestra vida con otras personas. Y de la interacción con ellos se genera otra realidad emergente que se extiende mucho más allá de la mera suma de las percepciones individuales. Al insertar nuestras experiencias, emociones y creencias privadas en el sistema grupal, contribuimos a generar una grandísima ficción compartida (o no) que poco o nada tiene que ver con nosotros mismos. Como si nos saliésemos de nuestra dimensión espaciotemporal individual para pasar a habitar en otra consciencia completamente ajena, más o menos impuesta, más o menos alienante. Como si nos asignasen un papel en una magnífica obra de teatro o en una película que se estuviera proyectando dentro de nuestras cabezas.

Con lo cual, evidentemente, no podemos hablar de una realidad absoluta, de una realidad objetiva. Podríamos perfectamente estar participando en un sueño colectivo inducido como el que nos proponía Nolan en Origen; formando parte de un experimento llevado a cabo por una inteligencia superior a la nuestra (como sugería la secuencia final de Men in Black); sirviendo de pilas alcalinas para la enorme computadora que nos mantiene entretenidos en la realidad virtual de Matrix, o suspendidos, como es el caso de la protagonista de Vanishing Waves, en un estado de coma profundo; o y no tendríamos forma de saberlo….

Como siempre, aquí te dejamos una invitación en forma de

– PDF: RdP – VANISHING WAVES – 2ª parte

– Podcast:

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