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La Mujer de la Arena (Suna no onna) (1964)

Nota: 8,5

Dirección: Hiroshi Teshigahara

Guión: Kobo Abe

Reparto: Eiji Okada, Kyoko Kishida, Hiroko Ito, Koji Mitusi

Fotografía: Hiroshi Segawa

EN POCAS PALABRAS (para los impacientes)

La de hoy es una de las películas más sorprendentes que he visto en mucho tiempo; y es que “La mujer de arena” brilla con luz propia. Entre sus cualidades destacan una impecable factura, una dirección de las que sumergen al espectador en la historia de manera incondicional y un argumento profundo, con múltiples lecturas y lleno de matices. Pero pese a todo ello lo que más me asombra, es como una película que tiene casi medio siglo, puede ser tan actual, no sólo en lo que cuenta, si no también en como lo cuenta.

SI QUIEREN PROFUNDIZAR…

Basada en una obra literaria de Kobo Abe, “La mujer de arena” es una película de 1964, dirigida por Hiroshi Teshigahara. Con cierto aire a la novela de John Fowles “El coleccionista”, pero con un innegable y evidente matiz kafkiano, en “La mujer de arena” nos cuentan como un entomólogo viaja hasta una zona costera en busca de insectos para su colección. Tras quedarse dormido en la playa y perder el último autobús que le puede llevar de vuelta a su casa, decide aceptar el generoso ofrecimiento que le hacen unos lugareños de pasar la noche en casa de una viuda, que se haya situada en una fosa de arena a la que sólo se puede acceder mediante una escalera. A partir de aquí, la historia se desarrolla lenta y sólidamente; no daré más detalles sobre la trama para no estropear la película a nadie, sólo diré que es fascinante la manera tan sutil en la que Hiroshi Teshigahara relata la vida de los protagonistas y como crea una atmósfera de desasosiego, sensualidad e impotencia, que dirige a la historia durante sus 123 minutos a su desenlace de una forma tan natural como magistral.

Una de las maneras en las que el cine se convierte en algo mágico, se produce cuando las imágenes y el sonido traspasan la barrera de la pantalla y consiguen cautivar y emocionar al espectador como si estuviera viviendo la historia que nos cuentan en carne propia. Sin duda que parte del mérito en el caso que nos ocupa, lo tienen las más que creibles interpretaciones de los dos protagonistas principales Eiji Okada, Kyoko Kishida, que están convincentes y naturales, con una interpretación de gran intensidad pero en absoluto sobreactuada. A esto tenemos que añadir una dirección que favorece precisamente la conexión entre historia y espectador. Son sorprendentes los primeros planos de los protagonistas y los planos detalles en los que vemos como la arena lo inunda todo, favoreciendo la creación de un ambiente opresivo y asfixiante que acompaña a la trama principal de manera perfecta.

En definitiva, una obra imprescindible para todos los amantes del cine que cuenta una historia profunda y actual.

David Rubio Lucas

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