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Michael Curtiz y su Punto de ruptura (1950)

El cine de Michael Curtiz es uno de los más apropiados para enseñar qué es eso del cine clásico americano. Aparte de los grandes genios, como John Ford o Howard Hawks, que se salían constantemente del molde, el húngaro se ajustaba perfectamente al sistema de estudios del Hollywood dorado y aprovechaba todas las licencias que éste permitía o, en contadas ocasiones, consentía.

Casablanca le hizo pasar a la historia, pero su filmografía contiene un buen número de genialidades más allá del mítico romance entre Humphrey Bogart e Ingrid Bergman. Conviene recordar películas como El Trompetista, Dodge City ciudad sin ley, El halcon demar, El lobo de mar, Flamingo Road, Alma en suplicio, Angeles con caras sucias, Robin de los bosques o Los comancheros, una serie de obras que conforman una de las carreras más admirables de la cinematografía americana.

En la medida de mis posibilidades, intento seguir viendo sus películas que tengo pendientes. Ayer le tocó el turno a Punto de ruptura (The Breaking Point), una nueva adaptación del relato de Hemingway que ya dirigiera Hawks unos años antes con Bogart y Bacall a la cabeza. En esta ocasión, John Garfield protagoniza esta obra que presenta numerosas diferencias con la anterior versión. Curtiz antepone el componente humano por encima del estilismo típico del film noir y construye un personaje principal que lucha por ofrecer una vida mejor a su mujer y sus dos hijas.

Permanece la vertiente ideológica, pero más desde el punto de vista de la moral que de la política. Todo ello aderezado con el empaque de la dirección de Curtiz, firme y dinámico en su narrativa, directo en sus movimientos de cámara, preciso en su dirección de actores y beligerante en el tratamiento de su temática principal en la que añade, cuando pocos más lo hacían en su época (1950) y de una manera desasosegante, el componente racial.

¿Quien puede olvidar ese plano final de un niño negro que queda huérfano y abandonado en el puerto, cuando los protagonistas parecen haber encontrado una vía de escape a sus dramas personales?

Carlos Fernández Castro

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