Richard Jewel (2019)
Dirección: Clint Eastwood Guion: Billy Ray Reparto: Paul Walter Hauser, Sam Rockwell, Kathy Bates, Jon Hamm, Olivia Wilde, Wayne Duvall Fotografía: Yves Bélanger Duración: 131′
En su reciente afán de adaptar historias reales a la gran pantalla, Clint Eastwood recurre a la figura de Richard Jewel, personaje que recuerda al protagonista de Sully debido a la existencia de un giro de guión que nuevamente transforma a un héroe en presunto villano. En este caso, las semejanzas también resuenan en la calidad de una película que parece devolvernos la fe en la posibilidad de recuperar, en un futuro cercano, la mejor versión de su director.
Una vez más, los intereses de Eastwood van más allá de la mera heriocidad, que pasa a un segundo plano y es expuesta de manera casi anticlimática en el primer tercio del film. El cineasta americano orienta el interés de su película en el juego sucio del FBI para encontrar criminal a su delito, como si del zapato de cristal de Cenicienta se tratara, y en la irresponsabidad de cierto sector periodismo a la hora de ejercer sus funciones.
Claro que, como ocurría en películas como El francotirador, la figura del héroe no es el indiscutible ejemplo a seguir para el ciudadano americano, debido a una serie de motivos que se irán exponiendo en la narración: Richard Jewel es un treintañero que vive pegado a las faldas de su madre, es amante de las armas, tiene delirios de grandeza y no destaca por la inteligencia de sus decisiones. Esto le convierte en un personaje de carne y hueso, es decir, en un escaparate de lo mejor y lo peor de Estados Unidos.
De manera inteligente, Eastwood se guarda las espaldas dotando a su protagonista de un aura entrañable capaz de compensar sus defectos y jugando la baza de una acusación injusta. En este sentido, la policía y el periodismo centran el componente crítico de la película. Sin embargo, todos los grises que componen el retrato de Jewel están ausentes en la forma de operar de periodistas y agentes de la ley. Y esta ausencia de matices llega a cuestionar la credibilidad de un film basado en hechos reales.
A pesar de sus defectos, Richard Jewel cuenta con el excelente olfato de Eastwood para detectar situaciones en las que el «después de» es moralmente más interesante que el propio acto heroico en sí. De estas situaciones surgen reflexiones tan peligrosas como si merece la pena actuar como un buen ciudadano o si, para evitar el pánico en un contexto de alarma social, conviene equiparar sospechas a evidencias probadas. Teniendo en cuenta la ceguera de la justicia, la respuesta puede variar según la persona. Para Eastwood está claro, ¿y para ti?
Carlos Fernández Castro