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Juego de Tronos (Game of Thrones) (Tercera temporada) (2013)

Un año más, y van tres, nos toca comentar qué nos ha parecido la temporada de «Juego de Tronos». Con el último capítulo aun reciente en la memoria, siento cierta sensación de «Dejà-vu», como si ya hubiera contado esto antes. Y en cierta manera es lógico. La serie estrella de la todopoderosa HBO viene arrastrando desde su primer capítulo los mismos problemas. El principal, en mi opinión, es intentar adaptar una saga tan compleja y bien escrita como son las novelas de George R.R. Martin; incluso cuando éste participa activamente en su realización, cosa que por otra parte, no tengo claro si al final ha sido buena o mala.  Me explico: conforme la obra literaria se va expandiendo en tramas y personajes (y a fé que lo hace), la serie televisiva debería fomentar y potenciar la creación de vínculos entre espectador y lo que le va siendo familiar de la historia. Lo que no aguanta ninguna producción televisiva son 20 personajes que salen y entran cada dos episodios, con diálogos interminables en los que se intenta poner al espectador en antecedentes de algo ya olvidado para muchos. Los tiempos muertos en «Juego de Tronos» son numerosos y eternos, dificultando terriblemente la fluidez y el desarrollo de una trama enrevesadísima. Lo dice uno que leyó los libros antes de estrenarse la serie, no quiero imaginar el resto. Por ello entiendo que el empeño de ser fiel en ciertos aspectos a la obra original ha podido perjudicar al desarrollo de la serie. Aun con todo, creo que esta tercera temporada ha logrado mejorar a la anterior en la que hubo 3 o 4 capítulos bastante tediosos.

Dicho lo cual, no quiero que se me malintreprete, «Juego de Tronos» es una muy buena serie de televisión y ,en algunos aspectos, extraordinaria. Es evidente que con la formidable acogida de la primera temporada HBO decidió poner toda la carne en el asador y gastar dinero a manos llenas para conseguir reproducir en la pequeña pantalla el universo ideado en la mente del ya famoso George R. R. Martin. En este sentido nadie osará poner ni la más mínima pega; al contrario, el nivel de sofisticación y detalle al que se ha llegado en la producción es único en la historia de la televisión. Los decorados, los espectaculares exteriores, el vestuario; todo en «Juego de Tronos» esta pensado y realizado con el mayor grado de verosimilitud posible.

Otro aspecto muy destacable es la fidelidad de determinados personajes con respecto a lo contado en las novelas. Algunos parecen sacados directamente del papel y transportados a la televisión. Me refiero principalmente a Joffrey Baratheon, Tywin Lannister y, por supuesto, la estrella de la serie: Tyrion Lannister. La mezquindad y violencia del primero están magníficamente llevadas a la pequeña pantalla por el actor Jacks Gleeson, al que creo que todos, hemos llegado a odiar por su brutalidad con la joven Sansa Stark. Por otra parte, el conocido Charles Dance es el encargado de interpretar al patriarca de los Lannister, un personaje dotado del carisma y magnetismo propios de quien se sabe dueño y señor del reino y que el veterano actor inglés hace suyo desde el primer momento. Y por último, Tyrion Lannister, personaje que en el libro es rico en matices e importancia pero que, gracias al tremendo trabajo de Peter Dinklage ,en la serie de televisión se agranda y crece de manera exponencial.

«Juego de Tronos» es un regalo para todos nosotros y está tercera temporada ha tenido grandes momentos: el famoso e impactante noveno capítulo, los dragones haciendo estragos entre los enemigos de Khaleesi o las escenas al otro lado del muro por poner algunos ejemplos. Pero, en mi opinión, sigue siendo una serie a las puertas de ser algo más que un espectacular e irregular ejercicio de caro entretenimiento.

David Rubio Lucas

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