Abracadabra (2017)
Nota: 7
Dirección: Pablo Berger
Guión: Pablo Berger
Reparto: Maribel Verdú, Antonio de la Torre, José Mota, Josep María Pou, Quim Gutiérrez, Julian Villgrán, Priscilla Delgado, Saturnino García, Ramón Barea
Fotografía: Kiko de la Rica
Duración: 96 Min.
Pasan los años y el homo sapiens sapiens continua perdiendo el derecho al primero de sus apellidos. En pleno siglo XXI todavía existen especímenes masculinos que intentan silenciar la voluntad de la mujer, así como parejas (ambos participan de ello) que educan a sus hijos en la desigualdad de género. Asuntos de suma gravedad que, paradójicamente, encuentran en la comedia un vehículo ideal para la denuncia y la reivindicación.
El último trabajo de Pablo Berger pertenece a ese tipo de películas que, observadas de manera superficial y a causa de su empleo del humor, corren el riesgo de ser consideradas «de brocha gorda». Y es que en el metraje de Abracadabra encontramos una serie de situaciones tan toscas (Carlos demora la llegada de su familia a una boda por la emisión de un Madrid-Barça) como necesarias para establecer los contrastes entre el «es» y el «debería ser» del matrimonio protagonista y para retratar a esa España del fútbol como asunto de interés general y de la mujer en la cocina que, queramos o no, sigue vivita y coleando. Sin embargo, sobre esas gruesas trazadas encontramos pinceladas de una gran sofisticación que invitan a arañar la superficie de ese lienzo: su atrevida combinación de géneros, el ritmo trepidante de su narracion, un desenlace que desborda tanto ingenio artístico como conocimiento del ser humano y su abanico de referencias cinematográficas que sacan todavía más brillo al resultado final.
Sin embargo no estamos ante el mero capricho de un director cinéfilo. Al homenajear Que he hecho yo para merecer esto (Pedro Almodóvar, 1984) en los primeros planos del film, el director español nos ofrece la clave para adivinar el tono de la narración: el esperpento made in Almodóvar. Asimismo Berger acude a otro de sus grandes idolos, Woody Allen, a la hora de establecer el género y concebir el detonante argumental de Abracadabra: la sesión de hipnosis de La maldición del escorpión de Jade (The Curse of de Jade Scorpion, 2001), una película en la que el neoyorquino homenajea las comedias de enredo del Hollywood clásico.
No obstante, Abracadabra tiene su propia personalidad y funciona como un retrato costumbrista de una España que, al igual que los personajes de Berger, parece estancada en un momento indeterminado entre el presente y el pasado. Así lo marcan la estética del film, tanto en las prendas de vestir como en las celebraciones de las bodas (chándal de los 80 y móviles actuales), y ese modelo de pareja formado por la sumisa Carmen y el déspota Carlos que debería pertenecer a otra época. Y es que a pesar de su tono y de sus situaciones divertidas, Abracadabra dibuja una España choni, cutre y atrasada que recurre a la comedia negra para suavizar un contenido altamente corrosivo.
Apoyándose en unas interpretaciones inspiradísimas y en un guión que rebosa creatividad en cada una de sus secuencias, Pablo Berger realiza un triple salto mortal sin red, con la convicción de quien sabe caer de pie y es consciente de que la pasión es el paracaídas de los cineastas intrépidos. En definitiva, estamos ante una muestra de cine responsable que, como por arte de magia, educa, entretiene y apuesta por la creatividad.
Carlos Fernández Castro