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Amanece en Edimburgo (Sunshine on Leith) (2013)

Amanece en Edimburgo posterNota: 4

Dirección: Dexter Fletcher

Guión: Stephen Greenhorn

Reparto: Peter Mullan, George MacKay, Kevin Guthrie, Freya Mavor, Antonia Thomas, Jason Flemyng, Jane Horrocks

Fotografía: George Richmond

Duración: 100 Min.

Salvo raras excepciones, todo intento reciente de revitalizar el género musical en la gran pantalla ha sido sinónimo de fracaso o decepción. Cineastas como Rob Marshall y su «Chicago», o Bill Condon y su «Dreamgirls», han evidenciado una alarmante falta de imaginación a la hora de afrontar semejante desafío. Pero de vez en cuando, la flauta suena por casualidad. Tom Hooper salió relativamente ileso de su arriesgada adaptación de «Los Miserables», así como Lars von Trier logró mantener intacta su esencia en la intensa «Bailar en la Oscuridad«. Desgraciadamente, Dexter Fletcher pertenece al primer grupo, y su «Amanece en Edimburgo» ha caído en todas las trampas que el musical tiende a los desconocedores de sus secretos.

Bien cierto es que ni siquiera los relativos éxitos de Hooper y Trier desprenden la autenticidad de grandes clásicos como «West Side Story«, «Cantando Bajo la Lluvia» o «Melodías de Broadway», razón por la que no sobraría reivindicar la importancia de estas obras y sus autores. En los últimos tiempos, tan sólo me atrevería a citar «Hedwig and The Angry Inch» como una de las aportaciones realmente valiosas y refrescantes dentro del género. Sin embargo, John Cameron Mitchell no parece haber sido el modelo de Dexter Fletcher a la hora de concebir su «Amanece en Edimburgo».

Peter Mullan en "Amanece en Edimburgo"

Desde el primer momento, llama la atención la concepción de los números musicales, apoyados en algunos de los himnos más emblemáticos de The Proclaimers. Las canciones del grupo escocés, cuya música había inspirado anteriormente la obra teatral en la que está basada «Amanece en Edimburgo», no acaban de encajar en el argumento del la película, y desde luego no contribuyen de una manera determinante a la progresión de la narración. El guionista parece encorsetado en los grandes éxitos del grupo, sin saber muy bien como sintonizarlos con la historia que pretende contar. Sin lugar a dudas, el resultado final hubiera mejorado notablemente con la inclusión de composiciones originales.

Aunque éste es el menor de sus problemas. Si bien el planteamiento es prometedor, el desarrollo de su guión es un permanente despropósito, debido a su excesiva ambición, o a la falta de habilidad para gestionar las numerosas líneas argumentales planteadas. Los conflictos son presentados correctamente, pero la evolución de los mismos es precipitada, y su resolución provoca desconcierto, y en última instancia, incredulidad.

Los jovenes protagonistas de "Amanece en Edimburgo"

El hecho de que se propongan temas interesantes, e incluso atrevidos, no garantiza la atención del espectador; mucho menos, si éstos no son desarrollados con el suficiente respeto y coherencia. Poco importa que el argumento esté sembrado de las historias de amor y desamor que tanto gustan al espectador medio; que se incorporen situaciones de la historia reciente, como la reinserción de los soldados recién llegados de la guerra de Afganistán; o que se aborde sin tapujos un tema tan escabroso como la infidelidad dentro del matrimonio.

Ni siquiera la presencia del siempre carismático Peter Mullan compensa los numerosos defectos de esta voluntariosa producción. El resto del reparto, liderado por los jóvenes George MacKay, Kevin Guthrie, Freya Mavor y Antonia Thomas, carecen de la chispa necesaria para cargar con el peso del argumento, y tampoco son capaces de condimentar los insípidos números musicales que protagonizan.

Aquellos que vayan a ver «Amanece en Edimburgo», no encontraran mucho más que unas preciosas estampas de la ciudad escocesa por antonomasia, a la sazón, único aspecto de la película que cabría destacar en un balance final. La segunda película de Dexter Fletcher no sólo es inferior a su notable debut, una recomendable «Wild Bill», sino que fracasa a la hora de revitalizar un género que necesita urgentemente un impulso creativo. Bravo por el intento, pero la próxima vez, convendría que le echaras un vistazo a los clásicos.

Carlos Fernández Castro

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