El Pasado (Le Passé) (2013)
Nota: 8,5
Dirección: Asghar Farhadi
Guión: Asghar Farhadi
Reparto: Ali Mosaffa, Bérénice Bejo, Tahar Rahim, Babak Karimi, Pauline Burlet, Elyes Aguis, Jeanne Jestin
Fotografía: Mahmoud Kalari
Duración: 130 Min.
«Si algo funciona, ¿por qué cambiarlo?» Es lo que debió pensar Asghar Farhadi al afrontar su nuevo proyecto tras el monumental éxito que cosechó con «Nader y Simin, una separación». De acuerdo, el resultado es sensiblemente inferior, como no podía ser de otra manera; pero a pesar de ello, «El Pasado» es una excepcional película que volverá a emocionar a los que vibraron con su anterior trabajo. El cine familiar y el thriller se dan la mano en un drama que lleva el inconfundible sello del director iraní.
Farhadi repite fórmula, es cierto; pero como hemos podido comprobar un millar de veces, el mero hecho de hacerlo no garantiza el éxito, máxime cuando se trata del Séptimo Arte. Las interpretaciones vuelven a ser soberbias, el ritmo narrativo es el preciso para cada momento, y el guión hace gala nuevamente de varios puntos de inflexión que mantienen el interés del espectador en todo momento.
Ahmad (Ali Mosaffa) acaba de llegar a Francia para firmar los papeles del divorcio a petición de Marie (Bérènice Bejo), madre de su única hija en común, y de la que aún esta enamorado. Marie y sus dos hijas han rehecho sus vidas junto a Samir (Tahar Rahim) y su hijo Fouad (Elyes Aguis), a la espera del improbable despertar de la esposa del primero, actualmente en coma tras una tentativa frustrada de suicidio. Con la llegada de Ahmad, todos dormirán en el mismo techo durante unos días. Lo que a priori podría parecer un material inmejorable para el culebrón venezolano de turno, adquiere una dimensión inesperada en manos del director iraní, experto en trasladar a 24 fotogramas por segundo el tan recurrente dicho «la realidad supera a la ficción».
Asghar Farhadi hace gala de una envidiable artesanía emocional, que le permite manejar con solvencia las posibilidades que ofrece dicho planteamiento. Entre otras, realizar un estudio pormenorizado sobre las relaciones humanas en el contexto de una familia desestructurada, o diseccionar las diferentes formas en las que un pasado mal digerido puede condicionar la felicidad presente y futura. Precisamente, los asuntos pendientes de Marie con su marido, por un lado, y con su nuevo amor, por el otro, son los motores que hacen avanzar el argumento de este intenso film.
Farhadi exhibe un amplio ramillete de recursos a la hora de articular su narración: desde el planteamiento del conflicto inicial, hasta la dosificación de los puntos de inflexión que impulsan el argumento, y nos guían a un desenlace incierto. En el guión, cada personaje ostenta su función narrativa, y es responsable del equilibrio imperante a lo largo del metraje. Ahmad representa el pasado, pero también es un elemento pacificador, y el canalizador de esa tormenta agazapada, a punto de estallar, que es Lucie. Cuando esperamos asistir al inevitable enfrentamiento entre los dos personajes masculinos, el director nos ofrece una válvula de escape alternativa y mucho más eficiente para digerir los primeros compases del film: Lucie (Pauline Burlet), hija mayor de Marie y fruto de su primer matrimonio, se erige en el desencadenante inesperado de las hostilidades y un personaje crucial para el desarrollo del thriller que «El Pasado» lleva dentro.
«El Pasado» es una película que huye de la previsibilidad, pero no por ello recurre al efectismo. Marie y Samir, aún siendo los más interesados en ordenar su situación actual, son los personajes más pasivos del film; ella atrapada entre dos hombres, y él entre dos mujeres. Dos personajes que no están en paz consigo mismos, que no tienen la conciencia tranquila, que son víctimas de la incomunicación que parecía afectar a Marie y Ahmad en la magnífica secuencia inicial, en la que ambos, separados por una cristalera inmensa, son incapaces de entenderse ya sea por señas o leyendo los labios de su interlocutor. Porque al igual que ocurría en la excepcional «Nader y Simin, una separación», Farhadi reincide en una de sus principales preocupaciones: la incapacidad del ser humano para manifestar sus sentimientos.
Fiel a sus convicciones, el cineasta iraní dirige a pecho descubierto, demuestra un inmenso talento a la hora de transmitir al espectador lo que sienten sus personajes, y no tiene miedo a ser tachado de exhibicionismo sentimental; porque sus imágenes rebosan pasión, rabia, compasión, rencor, decepción…en definitiva, todas las virtudes y los defectos que nos otorgan la condición de seres humanos. En este sentido, encontramos tres actores en estado de gracia, que parecen haber comprendido al detalle las intenciones del director, y creen ciegamente en sus personajes. Como siempre en el cine de Farhadi, el equilibrio vuelve a jugar un papel decisivo en este apartado: la magnífica interpretación del desconocido Ali Mosaffa, funciona como el eje de una balanza, en cuyos extremos se encuentran dos personajes que no acaban de sintonizar.
Pero hay algo que no acaba de funcionar en «El Pasado». Al contrario de lo que sucede en «Nader y Simin, una separación», su gran obra maestra, los flirteos del drama familiar con el thriller conducen a trampas argumentales, que dejan al descubierto las costuras del guión y estiran el metraje más de lo necesario. En el tercio final, se pueden apreciar algunos baches de ritmo, que lastran el resultado final. Sin embargo, todas las virtudes del film compensan sobradamente cualquiera de estos defectos.
«El Pasado» no señala vencedores ni vencidos, y ofrece una oportunidad a cada punto de vista. El director iraní intercala el protagonismo de los tres personajes principales, con el único propósito de exponer la misma situación desde diferentes perspectivas. Al igual que en el magnífico desenlace de este film, el futuro es un misterio por resolver, mientras el presente no es más que una visión distorsionada de un pasado a la espera de ser descifrado y superado.
Carlos Fernández Castro
http://youtu.be/QH-N9TL2f7U