La educación del rey (2017)
Nota: 7
Dirección: Santiago Esteves
Guión: Juan Manuel Bordón, Santiago Esteves
Reparto: Germán de Silva, Jorge Prado, Mario Jara, Matías Encinas, Martín Arroyo, Walter Jakob, Esteban Lamothe
Fotografía: Cecilia Madorno
Duración: 96 Min.
No hay monarca que valga: el Rey del título es un adolescente llamado Reynaldo que se ve envuelto en un robo por encargo de un policía mafioso. Irónicamente, su educación es la de la calle, con persecuciones, tiros, traiciones, torturas… y un preciado sentido de la supervivencia. Aunque el azar quiere que Rey encuentre ayuda en un jubilado que se percata de inmediato que sería carne de cañón si lo entregara a la policía.
Gracias al premio Cine en Construcción del Festival de San Sebastián —que compromete a diversas empresas de cine en la producción de futuros largometrajes— el director argentino Santiago Esteves (Mendoza, 1983) ha podido rodar su primer largometraje con un resultado notable. Es triste, no obstante, que llegue en una temporada de saturación de estrenos, con hasta dieciocho películas a la semana que pugnan por lograr una pantalla, lo que va a suponer una distribución muy limitada. Y a fe que merece mejor suerte una película sin pretensiones, madura en su lenguaje, nada impostada, que consigue ensamblar el drama social y la intriga criminal en una peculiar y creativa síntesis. O, si se prefiere, que logra hablar de la criminalidad no desde el cine de género, sino desde contextos sociales muy reales, lo que proporciona una agradecida autenticidad al relato.
Con un punto de vista focalizado en el adolescente Rey en gran parte del metraje, su historia es la de un perdedor que ha dejado la casa familiar y, involucrado por un hermano, se ve abocado a un robo que parece sencillo. Logra huir de la policía y esconder el botín mientras son capturados sus dos acompañantes. En la noche cerrada cae en el patio de una vivienda y provoca un desastre en las plantas del pequeño invernadero que Carlos y Mabel cuidan con ilusión. Este matrimonio, ya jubilado, exige a Rey que repare los desperfectos; aunque, en realidad, lo ocultan de la policía intuyendo que pueden ayudarlo. La relación paternofilial de Carlos con Rey entraña una buena educación y ello puede ser alentador para el adolescente; pero el pasado siempre persigue a los que cometen delitos, aunque haya sido por error.
En esa relación de aprendizaje y maduración está lo mejor de la película, con escasos diálogos, certeras intuiciones y el respeto de que no hay que preguntar mucho para no poner a prueba la amistad. Menor interés tiene el desarrollo de la intriga criminal a partir del momento en que Ray va a devolver el dinero, aunque el modo de narrar sobrio y el realismo de la puesta en escena nos alejan del policíaco al uso. Al final, La educación del Rey es una película estimable por su acierto en su talante realista y su tono inteligente que no necesita explicitar todo ni cerrar el final, pues Rey sigue caminando.
José Luis Sánchez Noriega