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La forma del agua (The Shape of Water, 2017): la mujer y el monstruo

002_pNota: 7,5

Dirección: Guillermo del Toro

Guión: Guillermo del Toro, Vanessa Taylor

Reparto: Sally Hawkins, Doug Jones, Michael Shannon, Octavia Spencer, Richard Jenkins, Michael Stuhlbarg, Lauren Lee Smith

Fotografía: Dan Laustsen

Duración: 119 Min.

Imaginaos vuestro salón inundado de agua hasta el techo. El caos imperaría a sus anchas y nada permanecería en su sitio. ¿Por qué no ocurre lo mismo en la casa de Elisa y Giles? Allí todo flota con armonía, a la espera de que la normalidad suspenda momentáneamente las leyes de la fantasía, representadas en esta ocasión por la partitura de Alexandre Desplat, la fotografía de Dan Laustsen y la puesta en escena de Guillermo del Toro. El resultado consiste en un hechizo que envuelve los títulos de crédito iniciales de La forma el agua, anticipando el tono general del film y marcando la textura de una atmósfera tan lírica como hipnótica.

Acompañado de su habitual tendencia a la estética preciosista, del Toro compone una película que descuida el intelecto para conectar con el lado más emocional del espectador. A pesar del pacto inicial que el mejicano firma con el espectador, no es fácil ignorar determinados giros de guion que no encuentran justificación en el género escogido para la ocasión y tampoco obedecen al fluir natural de los acontecimientos. Sin ocultar los hilos que mueven a las marionetas, saltamos de una secuencia a la siguiente porque así está indicado en la planificación.

Volvemos a encontrar esos defectos en la arquetípica construcción de los personajes. El mutismo de la protagonista sirve como excusa para explicar su soledad y hacer hincapié en el rechazo de la sociedad hacia el que está más allá de los márgenes de la normalidad. Características compartidas con un extraterrestre (anfibio de forma humana) que, tras haber sido capturado por el gobierno americano, está condenado al cautiverio. Podríamos decir que todo es demasiado evidente en esta enésima versión de la bella y la bestia, pero algo hace que la historia de amor entre la mujer y el monstruo conecte nuestros mitos cinematográficos del pasado con los actuales y nos ayude a recuperar esa ingenuidad perdida por el camino.

Poco importa que los personajes secundarios respondan a los clichés más gastados (gay que todavía no ha salido por completo del armario, charlatana graciosa que oculta el amargor de un marido que no la valora) cuando están interpretados con tanto entusiasmo y convicción por actores como Richard Jenkins, Octavia Spencer y un despreciable Michael Shannon. Y es que si por algo destaca La forma del agua es por la pasión que encierran sus fotogramas y la ilusion casi infantil que guía su narración.

Esa pasión por el cine, que se trasluce en muchas de sus secuencias, se erige en el motor de una historia de amor que derriba todo tipo de barreras. Del mismo modo que la película, oscilante entre el romance, la historia de espionaje, la ciencia ficción, el drama y la comedia, sale victoriosa de esa temible mezcla de géneros que habitualmente destroza todo lo que toca y que en manos de Guillermo del Toro se convierte en un producto comercial, repleto de ritmo y alma, capaz de entretener al espectador casual y engatusar al crítico más riguroso.

Carlos Fernández Castro

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