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Madame Curie (2019)

La figura de la dos veces premio Nobel, excepcional investigadora en física de partículas, la polaca Maria Sklodowska —o Marie Curie (1867-1934), a raíz de su matrimonio con el también científico Pierre Curie— tiene fuerza suficiente como para haber inspirado películas, obras de teatro y series de televisión. Bien reciente es Marie Curie (2017), asimismo producción francesa con una directora tras la cámara.

Una mujer hecha a sí misma, luchadora, superviviente, inteligente, innovadora, extraordinaria en tantos aspectos… en una sociedad patriarcal y clasista, extranjera en la Francia más exquisita de los ambientes académicos, es un modelo para varias generaciones. Pero se trata de una vida conocida y admirada desde hace tiempo: ¿qué sentido puede tener volver sobre ella?

La directora franco-iraní Marjane Satrapi, ella misma historietista y adaptadora de su propia novela gráfica con Persépolis (2007), hace un acercamiento a la científica polaca a través de un cómic titulado “Radioactivo, Marie & Pierre Curie, una historia de amor y efectos colaterales” de Lauren Redniss. Sin duda, no ha tratado de hacer una biografía al uso y su apuesta tiene algunos riesgos, aunque me parece perfectamente legítima.

A mi juicio, Satrapi se aproxima a esta figura desde las ópticas feminista, ecologista y pacifista, lo que supone volcar sobre el pasado preocupaciones del presente. Por ejemplo, aunque Curie fue muy consciente de los daños de la radiactividad y de los riesgos de la tecnología nuclear, no vivió ni el horror bélico de Hiroshima ni el desastre mayúsculo de Chernóbil, que se citan en Madame Curie y que pueden inducir a pensar en el espectador más distraído que, en alguna medida, pudo lamentar sus descubrimientos sobre la radiactividad por las horribles consecuencias (que no llegó a conocer). A ello pueden dar pie algunas pesadillas en las que el personaje parece viajar al futuro e intuir esas consecuencias. Obviamente esto no lo dice la película, donde quedan tan claros los riesgos para la salud como las ventajas de la radioterapia en los tumores cancerígenos.

Los subrayados de las tres perspectivas indicadas pueden dar lugar a un retrato sesgado; ello no sucede porque —insisto— no se trata de una biografía: más bien hay una glosa de una mujer de cuya vida compleja se hace hincapié en su lucha por la equidad de trato de hombres y mujeres, tanto en la vida privada y familiar como en la profesional, y el empeño en utilizar aparatos de rayos X para mejorar los tratamientos de los heridos de la Gran Guerra. Marjane Satrapi habla desde el presente, de ahí que inserte imágenes y reconstrucciones de la bomba atómica en la II Guerra Mundial y, más tarde, de pruebas nucleares en el desierto de Arizona; y, sobre todo, de la bomba atómica descontrolada que fue Chernóbil. Ese presente también incluye la vigente y extendida lucha feminista, muy limitada en la época de Sklodowska, aunque no se nos dice nada acerca de su posición ante el movimiento sufragista.

No creo que convenza a todos los espectadores y, como indico, tiene sus riesgos incluir sucesos posteriores en el relato fundamental ambientado en el primer tercio del siglo XX. Pero se refleja bien y merece la pena volver sobre la personalidad de una mujer tan sabia y luchadora como pocas en la Historia.

José Luis Sánchez Noriega

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