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Deuda de Honor (The Homesman) (2014)

The HomesmanNota: 7,5

Dirección: Tommy Lee Jones

Guión: Kieran Fitzgerald, Wesley Oliver, Tommy Lee Jones

Reparto: Tommy Lee Jones, Hilary Swank, Grace Gummer, Miranda Otto, John Tithgow, James Spader, Sonja Richter, William Fichtner, Tim Blake Nelson

Fotografía: Rodrigo Prieto

Duración: 122 Min.

La segunda incursión de Tommy Lee Jones en las salvajes e inhóspitas planicies del oeste americano, hace gala de esa mirada distinta hacia el genero que ya se apreciaba en ‘Los Tres Entierros de Melquiades Estrada’. Si en aquel trabajo destacaba el sofisticado guión de Guillermo Arriaga, ahora es la sobria y confiada dirección del veterano actor americano la que brilla por encima de cualquier otro aspecto en su nueva tentativa detrás y delante de las cámaras.

‘Deuda de Honor’ evita los adornos y la ingenuidad de otras producciones similares, y recrea un oeste creíble y (quién sabe) realista, donde escasean los héroes y abundan los supervivientes. Durante décadas, hemos asistido a la colonización de los Estados Unidos de América, pero rara vez han sido narradas las pauperrimas condiciones de vida en las que vivían los pioneros, y los peligros a los que debían enfrentarse en su día a día. La ausencia de buenismo en el Nebraska de Tommy Lee Jones funciona al mismo tiempo como desmitificación y homenaje de una época en la que la dureza del contexto hacia aflorar lo mejor y lo peor del ser humano.

Jones y Swank en Deuda de Honor

El oeste de ‘Deuda de Honor’ nada tiene que ver con las epopeyas del cine de John Ford o Howard Hawks. La cruda y luminosa fotografía de Rodrigo Garcia dibuja un entorno desértico y aislado, en el que esporádicamente una edificación rompe la horizontalidad del paisaje; en ocasiones, una casa y un establo; a veces, una iglesia cuyos escasos asientos nunca llegaran a ser ocupados. En este oeste no importan los buenos y los malos, ni duelos a vida o muerte. Lo verdaderamente preocupante es la repentina locura de tres mujeres que han sucumbido a la presión de una existencia tormentosa y carente de sentido.

La vida de los hombres no valía mucho. Pero menos valiosa era la vida de la mujer, desprovista de toda voluntad y sometida plenamente a las necesidades masculinas. Y en cierto modo, de eso trata ‘Deuda de Honor’, una película que reivindica a las madres, hijas, esposas, y solteras de un far west que parecía transportarlas a una época en la que no tenían derechos. Como ya hiciera en ‘Million Dollar Baby’, Hilary Swank vuelve a ponerse en la piel de una luchadora contra corriente que, ante la ausencia de voluntarios masculinos, decide guiar una caravana con tres mujeres dementes, desde Nebraska a Iowa, para que puedan recibir un tratamiento adecuado a sus circunstancias.

‘Deuda de Honor’ enfrenta dos formas de vida diferentes a través de sus dos protagonistas: una mujer independiente y con mucha personalidad que busca esposo en un entorno hostil, y un ermitaño ex militar que, con la soga al cuello y a cambio de ser salvado de una muerte segura, promete acompañarle en su peligroso viaje. Ella quiere participar en un juego cuyas reglas rechaza parcialmente, mientras que él, como afirma en cierto momento, nunca se ha atado a nada ni a nadie.

Hilary Swank en Deuda de Honor

Ambos personajes están sutilmente descritos a través de sendas presentaciones. Asimismo, ambos luchan, consciente e inconscientemente, contra la perversidad de ese oeste que el hombre construyó al margen de la mujer. El hecho de que sea un marginado social quien ayude a la protagonista a completar su delicada misión, no habla demasiado bien de una sociedad supuestamente civilizada. En ese mismo sentido, tanto los flashbacks iniciales como todo lo que sucede tras el impactante giro de guión que inicia el tercer acto, se encargan de revelar la verdadera catadura moral de sus miembros más honorables.

Merced a un guión de una lógica aplastante y cuidadosamente escrito, Tommy Lee Jones dirige una película feminista que arroja conclusiones aterradoras. No requiere un gran esfuerzo reflexionar sobre cómo o cuánto han cambiado los tiempos, y deducir que en doscientos años no hemos alcanzado grandes logros sociales en cuanto a la igualdad y el respeto entre trabajadores y trabajadoras, hijos e hijas, maridos y mujeres, solteros y solteras…y qué decir de actores y actrices, directores y directoras…

Carlos Fernández Castro

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