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El agente topo (2020)

No cabe duda de que Maite Alberdi (Santiago de Chile, 1983), que ha escrito y dirigido este particular documental, es una cineasta con talento y, mejor aún, con imaginación. El título se refiere a la operación por la que un detective privado, Rómulo, pone un anuncio en el periódico buscando una persona de 80-90 años con destreza informática para infiltrarlo en una residencia de ancianos con el fin de conocer de primera mano si una señora —madre de la cliente del detective— recibe algún tipo de maltrato o soporta condiciones insalubres.

Tras el oportuno casting para elegir al espía en ciernes, Rómulo opta por Sergio, un hombre de 83 años que acaba de quedarse viudo y tiene tres hijos y cinco nietos. Sergio es adiestrado en el manejo de unas gafas con cámara y en la utilización de funciones del teléfono móvil como la grabación de audios o las llamadas con vídeo. Obtiene plaza en la residencia y allí busca información de todos los clientes llegando a hacerse muy popular; diariamente escribe cuidadosamente un informe que envía a Rómulo.

El planteamiento inicial es de comedia de ficción, aunque la directora muestra la cámara y la toma de sonido en una de las primeras secuencias —cuando Sergio recibe lecciones apresuradas de espionaje— lo que otorga al relato una dimensión metacinematográfica. Pero lo que lleva la película al territorio documental es el grueso de la historia que transcurre en la residencia geriátrica, donde no sabemos quiénes son actores y quiénes no y parece que, al menos en gran parte, se ha rodado con cámara oculta o, simplemente, sin un guion previo.

Por ello, la película comienza como ficción de talante humorístico y conforme avanza se decanta hacia el documental, pues se hace más patente la vida real de la residencia por encima de la mecánica de la impostura; y el tono inicial queda atemperado hasta ese talante tan agradecido como es el de «comedia dramática». Hay escenas de las habitaciones que están rodadas desde lejos o a través de ventanas; en las salas comunes da la impresión de que se ha dejado libertad para los diálogos y Sergio va conversando o interactuando con los otros ancianos sin un plan previo, de manera que luego se ha seleccionado una parte de las muchas horas grabadas.

Pero, en realidad, tampoco importa mucho una clasificación por género o formato de El agente topo, pues lo decisivo es que se trata de una buena película, original, divertida y muy eficiente en ese informe final del espía que viene a cuestionar el encargo de espionaje. En efecto, el desenlace es brillante porque evita trucos y sorpresas retorcidas, es coherente con el desarrollo de la historia y consigue nada menos que volver del revés la hipótesis de partida.

José Luis Sánchez Noriega

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