Génesis (Genèse, 2018)
Nota: 8
Dirección: Philippe Lesage
Guion: Philippe Lesage
Reparto: Théodore Pellerin, Noée Abita, Brett Dier, Mylène MacKay, Marc Beaupré, Pier-Luc Funk, Édouard Tremblay-Grenier
Fotografía: Nicolas Canniccioni
Duración: 129 Min.
Tras ver Génesis, el segundo largometraje del canadiense Philippe Lesage, uno sale conmovido del cine, con la sensación de haber asistido a tres formas diferentes en las que el alma de un adolescente se puede romper. Ese momento en que la inocencia se bate en retirada frente a enemigos mucho más poderosos como la decepción, la desilusión y diferentes tipos de miedo. Ese instante en el que masticamos los primeros bocados de la realidad adulta, distinguibles por el mal sabor que dejan en el paladar. Con motivo de su estreno, declaraba el director que «nadie sensato añora el horror de la adolescencia«. Punto de vista que se percibe en cada uno de los planos de esta película.
Tan solo se desmarca de esta sensación el tercer segmento de Génesis, un dechado de sensibilidad y delicadeza que, a pesar de su mirada cariñosa hacia los personajes, recrea una de esas experiencias traumáticas que perduran en la memoria para toda la vida. Una delgada línea separa este emotivo amor de campamento de las dos primeras historias, entrelazadas por el vínculo familiar de sus dos protagonistas (hermanastros que apenas coinciden durante el metraje) y la crudeza de sus experiencias. Y aunque todas ellas remitan a la experiencia del primer amor, dos detalles condicionan el devenir de esas narraciones iniciales: la condición femenina en un mundo machista y la homosexualidad latente en una sociedad intolerante.
En este sentido, es posible que la relación de parentesco entre estos dos hermanastros no enriquezca el conjunto, pero tampoco daña la efectividad de una crítica social que tangencialmente aborda la peculiaridad de los nuevos modelos familiares. Por otro lado, Lesage prescinde de las figuras adultas a lo largo de todo el metraje, como si confirmara la adolescencia como una experiencia solitaria y lo suficientemente complicada de por sí (tercera historia) como para dificultarla por motivos de género o tendencia sexual.
A diferencia de otras películas de temática semejante, Génesis rebosa autenticidad gracias a unas interpretaciones creíbles y un estilo visual que recurre a los planos largos y no se entromete en el espacio vital de los personajes para propiciar la intimidad de sus imágenes. Lesage jamás se apresura y da prioridad a la atmósfera frente a la síntesis: prefiere conectar dos miradas a través de un travelling parsimonioso que filmar un plano/contraplano. De esta manera, el director consigue un tono melancólico que emociona y entristece a partes iguales, convirtiendo su trabajo en una película de adolescentes destinada a un público adulto, al que parece exigir un propósito de enmienda de cara al bienestar de las generaciones venideras.
Carlos Fernández Castro