Blog de Cine

Intemperie (2019)

Dirección: Benito Zambrano Guion: Pablo Remón, Daniel Remón, Benito Zambrano (Novela: Jesús Carrasco) Reparto: Luis Tosar, Luis Callejo, Jaime López Fotografía: Pau Esteve Birba Duración: 103′

No lo tenía nada fácil Benito Zambrano al atreverse a llevar al cine una novela como Intemperie, de Jesús Carrasco, un texto espléndido, donde las palabras y las atmósferas pesan más que los hechos desnudos; no era sencillo que la mirada de Carrasco —que alguien ha calificado como una mezcla de Cormac McCarthy y Miguel Delibes: ahí es nada; y que parece exigir un lector ensimismado— lograra saltar a la gran pantalla y al espectáculo público del cine desde su insobornable singularidad. Zambrano y sus guionistas salen bien parados del reto porque se han despegado de la forma narrativa de la novela sin renunciar a su mundo moral y han buscado un formato cinematográfico que la acoja y la lleve a un público más amplio. Éste no es otro que el del western.

Como se sabe, el género cinematográfico por excelencia ha conocido una evolución desde los inicios, que se confunden con los del cine, hasta los años 70, en que se cierra el ciclo al abandonar la crónica histórica, la gran aventura y, sobre todo, la épica de la nación americana. Desde entonces, se estrenan con cuentagotas los títulos de este género, aunque algunos sean sobresalientes; pero las nuevas generaciones de cineastas (Tarantino, Coen, Hillcoat, Fuqua, Mangold y, sobre todo, el Clint Eastwood de Sin perdón que había vivido el ocaso del cine del Oeste en los inicios de su carrera) han visto en el western una forma cinematográfica con cualidades suficientes como para volver sobre él, eso sí, recreándolo y llevándolo a distintas latitudes, tratamientos e intereses. Pero esto tampoco es original: el llamado “western crepuscular” conoció derivas sustanciales, entre ellas, su exportación al Mediterráneo en el spaghetti western, luego dignificado como eurowestern. Esta revisión del género permite a los cineastas actuales, Zambrano incluido, sintonizar con nuevos públicos que redescubren los valores dramáticos y estéticos del western.

Intemperie cuenta la huida de un niño en las tierras calcinadas del sur español en los años más duros de la posguerra. La familia muy pobre de este niño sin nombre —al igual que la mayoría de los personajes: síntoma de la miseria de la época, donde hasta se pierde la identidad— vive en una cueva en un latifundio con tierras de secano y campos baldíos o de esparto; el capataz de la finca es un ser odioso, agresivo y cruel que no consiente ninguna negativa y que se lanza a la captura del niño sin piedad, tras haberlo agredido repetidamente.

La historia es áspera, violenta a ratos, austera en los diálogos, pero muy capaz de transmitir la humanidad a través del hombre solitario que atraviesa los parajes desérticos con una mula y algunas ovejas. Ese hombre, antiguo soldado en la guerra de Marruecos, combatiente republicano y herido en otras batallas, parece haber abandonado toda esperanza —como pedía Dante en La divina comedia a los que entraban en el infierno— pero, contra toda probabilidad, mantiene el resquicio de humanidad que le lleva a ayudar al niño y a enterrar debidamente a sus enemigos. La dignidad y el compromiso moral que alberga sin exhibirlos permite que la historia trascienda los esquemas de género y otorga al relato profundidad moral. Por ello, más allá del argumento concreto, Intemperie adquiere la universalidad de la fábula y constituye una mirada sobre la España de hambre y caciques que en los años 40 nos llevó al siglo XIX.

Zambrano maneja con habilidad y estilo propio la iconografía y algunos lugares comunes narrativos del western, y se apoya con provecho en esos diálogos breves y expresivos. Además del incuestionable Luis Tosar y del niño Jaime López, sobresale en el cuidado reparto Luis Callejo, un actor versátil a quien el cine no hace suficiente justicia porque sólo en el escenario demuestra plenamente su capacidad para fascinar al público. No es una película complaciente, el espectador ha de sintonizar con parajes calcinados por el sol y un mundo primitivo y violento; y, sobre todo, ha de empatizar con la emoción que subyace a toda la historia, por la humanidad que alberga el corazón humano en las peores condiciones.     

José Luis Sánchez Noriega

Etiquetas: , , , , , , , , , , , , ,

Escribe un comentario